Chernobyl, situado 100 kilómetros al norte de la ciudad
ucraniana de Kiev, entonces perteneciente a la Unión Soviética, se ha
convertido en sinónimo de catástrofe industrial, contaminación ambiental y
efectos devastadores sobre al salud. Cuanto más nos alejamos de la “zona cero”,
más sorprendentes son los niveles de repercusión; cuanto más nos acercamos y
más esperamos, más terribles son las consecuencias para la salud en general,
tanto las que se han determinado, como las que deben preverse.
A casi 28 años después de la peor catástrofe industrial en
la historia de la humanidad, la falta de información pública y de
sensibilización colectiva respecto de las terribles consecuencias de la
catástrofe son asombrosas.
Parte de la singularidad del accidente de Chernobyl radica
en la dimensión geográfica de la contaminación radioactiva. El público en
general no es consciente y, por tanto, ignora por completo que, por ejemplo:
“Casi 8,4 millones de personas en Bielorrusia, Ucrania y
Rusia se vieron expuestos a la radiación. Unos 150.000 km2, una superficie
equivalente a la mitad del tamaño de Italia, se contaminaron. Áreas agrarias de
cerca de 52.000 km2 quedaron arruinadas.
CON EL PROYECTO NUCLEAR DE FORMOSA ASUNCIÓN QUEDARA LIBRE DE
PELIGRO?
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