Amistad no significa estar todo el día junto a un semejante.
Se puede ser compañero pero no amigo. Se puede compartir sentimientos y
coincidir en ideales sin llegar a esa actitud generosa que se manifiesta entre
los que son amigos.
Se puede ser hijo, se puede ser hija, padre, madre y hasta
hermano sin llegar a ser amigo. Y se puede o se es bueno, normalmente, pero sin
los atributos casi sublimes de la amistad.
Y al hacer estas reflexiones y formular estos ejemplos,
hemos querido llevar a celebran este sentimiento hacia la contemplación de la
verdadera amistad. No la que exaltan este día, en forma tan ligera y festiva,
confundiendo, sobre todo, en los colegios con situaciones picarescas de “amigos
invisibles” o sea admiradores furtivos,
con intercambio de regalitos u otras frivolidades que desvirtúan el
sentimiento.
Celebremos el día de la amistad. Pero, más que nada,
celebremos si podemos afirmar que tenemos un amigo. Porque ese amigo representa
un triunfo, una victoria en la historia de nuestra vida. Un logro que está por
encima de muchas cosas de valor.
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