La unidad que se produce por el impulso natural que da la
fuerza de objetivos, necesidades, posiciones coyunturales idénticas o peligros
comunes no significa uniformidad ni renuncias a posiciones o justas ambiciones,
sino simplemente la pausa que se origina en las urgencias y la aceptación de un
liderazgo que no se impone sino que también surge por un mejor y conviviente
posicionamiento, en los niveles, donde se dan los acontecimientos.
La historia paraguaya registra la defensa del chaco
paraguayo y los éxitos militares como producto de un pueblo, días antes
dividido y anarquizado, que en su momento dejó de lado, por unos años sus
problemas para derribar al gobierno y apresar al Pte. Ayala, llamado por sus
partidarios Pte. De la Victoria y al Conductor de la Guerra contra Bolivia,
Gral. Estigarribia. Y cuantos ejemplos hay de pausas, en las frivolidades del
deporte, cuando, cuando la albirroja nos convoca y nos abrazamos, sin
problemas.
Hay un espacio natural que se debe respetar en la unidad de
quienes están al frente de la conducción y las gestiones cuando las necesidades
así lo exigen. Y la mutua colaboración y entendimiento los ennoblece y
satisface íntimamente.
Es cierto hay factores o lastres que se arrastran de
contiendas pasadas. Arrojar por la borda esta carga hará más factible y limpia
las gestiones que serán apreciadas, que deben ser publicadas sin comparaciones
ni menoscabos. El grueso de la opinión pública conoce los méritos y aprecia
todo cuanto se haga para zafar de la crisis. Y a nadie va molestar que se cuenten,
se publiciten, los logros, toda vez que estos no estén salpicados de
comparaciones y de descréditos innecesarios y que sólo tienen como efecto
disminuir el valor de los logros.
Los éxitos pasan como pasa el cruel tiempo y la propia vida.
Vivan este momento, queridos líderes, con la nobleza que habrá de honrar a la historia.
El padre Federico Schiavon, no era Pte. De la Comisión de
Defensa, ni siquiera era autoridad en su Convento, cuando la inundación del 83,
el Delegado de Gobierno, el Comandante de la unidad militar, un cura cuestionador
de todo, el mandamás del partido de gobierno, los representantes de gremios,
los integrantes de los comités de defensa los partidos opositores, en fin todos
le ayudaron y se ayudaron en la emergencia.
El tiempo que todo lo engulle y la muerte que nos desentraña
de nuestro pueblo y de nuestros afectos, debe hacernos reflexionar ahora y dar
una imagen diferente a quienes desde otros departamentos nos están ayudando.
A propósito, muy pocos recuerdan al "hacedor de
sueños" el Redentorista Italiano Federico Schiavon. Hasta los que hoy
tienen puestos de trabajo en las entidades por él fundadas, preguntan: ¿quién es?
Ah! el tipo de la estatua? No la levantó el pueblo. Lo hizo una fundación. Las
generaciones actuales no lo conocen. Y él no compitió con nadie.
Disculpen esta reflexión. Puede que vaya de chanfle, porque
no concuerda con los vientos que soplan ahora y que tanto daño hacen a la salud
de personas de mucha edad... Hubiera querido explicarme mejor pero,
francamente, no sé cómo hacerlo.
Prof. Carlos Alberto Mazó Miers
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