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miércoles, 4 de junio de 2014

I N U N D A C I Ó N !

Este comentario que transcribimos, lo escribió el Prof. Mazó y fue publicado el 17 de julio de 1983, año de la gran inundación. “Era una época en que el derecho a informar y la libertad de prensa estaban restringidas, hasta para los empresarios, dueños de medios. Todo se pintaba color de rosa. Se necesita un poco de coraje y habilidad para escribir y contar la verdad” Mazó
Cambiando términos, corrigiendo algo superado en esta época, hay una historia que se repite. No buscamos, con transcribir este trozo casi literario, criticar ni minificar la situación actual. Simplemente, al notar diferencias, aseverar el viejo dicho: “La historia se Repite” y agregar: “Cuando no se rectifican los errores, ni se corrigen las falencias”.
                                                                                                                                    By: Nicolás Mazó

PILAR GRITA, PIDIENDO AYUDA

(Por Carlos Alberto Mazó Miers-Corresponsal Diario ABC Color)
Pilar comienza a recuperarse físicamente. Una vez más el esfuerzo casi mítico de su pueblo, o del resto de su pueblo, hace que sus barrios se liberen de las aguas. El hecho causa alegría y tristeza al mismo tiempo. Porque aunque uno quiera dar las espaldas a la realidad, la realidad está allí para decirnos su patética verdad: estamos recuperando una ciudad que muestra vestigios dolorosos del fenómeno. Casa derruidas, calles simplemente lindas antes de la inundación, hoy llenas de heridas. Y sobre todo el silencio de esas casas y calles desiertas que gritan una dolorosa ausencia.


Nos cansamos de contar el número de evacuados cuando la suma llegaba a un poco más de 14 mil personas. Y todavía permanece en nuestra retina y nuestro corazón la impresión fuerte de ver a las familias, casi desesperadas, que abordaban los buques portando sus enseres.

             De pronto, de un día para el otro, la alegría que ponían los niños, en las calles, el trajín de los laboriosos obreros, el ruido de vehículos, todo, todo calló. Y ahora, con la recuperación de viviendas que suman ya miles, persiste el silencio.

Los pilarenses quieren regresar a su ciudad, llegan hasta ellos la noticia de la recuperación de sus barrios. Pero la vuelta está dolorosamente condicionada. Si vuelven, les espera la falta de medios para conseguir alimentos. Así de simple es la cuestión: no hay fuentes de trabajo para ellos porque, en la lucha, la naturaleza borró en pocas horas lo que costo tantos años construir.

                Se debe implementar ocupaciones, medios para ganar el pan honradamente. Como Dios manda. Robustecer una economía endeblemente pobre. Rehabilitar una producción que nunca fue importante satisfactoria. Y todo ello se debe hacer sin caminos, sin energía y sin medios económicos. Los que vivimos aquí, aunque lo deseamos, no queremos el regreso masivo del pueblo evacuado porque no sabríamos que hacer con ellos, porque somos conscientes de la inseguridad tremenda de no contar con los medios para brindarles un pedazo de cristiano pan. Y esto resulta más doloroso todavía.

Cuando el 24 de Mayo las aguas inundaban esta ciudad, paralizándola el problema fue grave. Entonces ya se pensaba en lo que vendría después. Y ese después está frene nuestro ahora, inmenso en su crudo realismo. Pilar, que nunca progresó como se quisiera, como otras comunidades hermanas, ha retrocedido en el tiempo muchos años. Está sumida hoy en la oscuridad, en el silencio, sin fábricas, sin talleres, sin sus grandes comercios, sin su alegría.


Por eso esto no es un comentario, sino un grito patético. Una angustia grande que cobra formas y tiene dimensiones y se traduce en una palabra: Ayúdennos…Ayúdennos para que los pilarenses regresen. Ayúdennos para que podamos trabajar y encontrar en medio de tanta oscuridad un camino limpio y un poco de luz y esperanza.

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