Cada diez días, el satélite Jason-2, de la NASA y de la
Agencia Espacial Francesa, confecciona mapas de todos los océanos del mundo,
monitorizando los cambios en la altura de la superficie de los mares, una
medida del calor en las capas superiores del agua. Como más del 70 por ciento
de nuestro planeta está compuesto por agua de los océanos, esta información es
crucial para los pronósticos globales de las condiciones del tiempo y del
clima.
Recientemente, el satélite Jason-2 observó que algo se está
originando en el Pacífico; y se parece mucho a lo que sucedió en el año 1997.
“Se ha formado un patrón de alturas de la superficie del mar
y las temperaturas que me hace recordar la manera en la cual se veía el
Pacífico en la primavera (boreal) de 1997”, dice Bill Patzert, un climatólogo
del Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory, o JPL, por
su sigla en idioma inglés), de la NASA. “Eso luego resultó ser el precursor de
una gran corriente de El Niño”.
“Todavía no podemos decir con seguridad que El Niño se
desarrollará en 2014, o cuán grande será”, advierte Mike McPhaden, de los
Laboratorios de Investigaciones Ambientales del Pacífico (Pacific Environmental
Research Laboratories, en idioma inglés), de la NOAA (National Oceanic and
Atmospheric Administration, en idioma inglés, o Administración Nacional Oceánica
y Atmosférica, en idioma español), enSeattle, “pero los datos que aportó el
satélite Jason-2 respaldan la Vigilancia de El Niño emitida el mes último por
la NOAA”.
Lo que el satélite Jason-2 ha estado observando es una serie
de “olas Kelvin”; es decir, masivas olas al nivel del mar que viajan a través
del Pacífico, desde Australia hasta América del Sur. Los pronosticadores están
prestando mucha atención puesto que estas olas podrían anticipar la llegada de
El Niño.
Los dos fenómenos, las olas Kelvin y El Niño, están
relacionados por el viento. Los vientos alisios del Pacífico soplan de Este a
Oeste, empujando de este modo las aguas superficiales (cálidas gracias al Sol)
hacia Indonesia. Como resultado, el nivel del mar cerca de Indonesia
normalmente es 45 centímetros más elevado que lo que es cerca de Ecuador. Los
investigadores llaman a esa área el “estanque cálido”; es la reserva de agua
cálida más grande de nuestro planeta.
En ciertas ocasiones, sin embargo, los vientos alisios se
debilitan durante algunos días o semanas y algunas de esas olas vuelven hacia
América. “Eso es una ola Kelvin”, señala McPhaden. “No es inusual ver un par de
ellas todos los inviernos”.
El Niño se produce cuando los vientos alisios se debilitan no
solamente durante algunos días, sino durante muchos meses. Entonces, las olas
Kelvin atraviesan el Pacífico como en una caravana, elevando así el nivel del
mar y dejando detrás aguas ecuatoriales más cálidas.
El 8 de mayo, los Centros Nacionales para la Predicción
Ambiental (National Centers for Environmental Prediction, en idioma inglés)
predijeron una probabilidad del 65 por ciento de que El Niño se desarrolle
durante el verano (boreal) de 2014. Más información, en idioma inglés
“El Niño de los años 1997/98 fue un ejemplo que parece sacado
de un libro de texto”, recuerda Patzert. “En esa época, estábamos obteniendo
datos de TOPEX/Poseidon, que fue un predecesor de Jason-2. Los mapas de la
superficie del mar mostraron una protuberancia blancuzca que indicaba un nivel
del mar aproximadamente 10 centímetros más elevado que lo usual, y que se
desplazaba a lo largo del ecuador desde Australia hasta América del Sur”.
“El mismo patrón se está repitiendo en 2014”, señala
McPhaden. “Hay una serie de olas Kelvin, generadas por ráfagas de viento del
Oeste, localizadas en el Pacífico occidental, que se originaron a mediados de
enero de 2014, las cuales se dirigen hacia el Este. Crece la agitación porque a
mediados de abril se produjo un tercer debilitamiento de los vientos alisios
del Pacífico”.
Los científicos de la NOAA y de la NASA que se dedican a
estudiar los océanos y la atmósfera están monitorizando con mucho cuidado los
vientos alisios del Pacífico. El punto de inflexión para declarar a El Niño
como un evento significativo será un colapso más grande y prolongado en los
vientos alisios del Pacífico, lo que posiblemente marque un cambio en las
condiciones del tiempo en todo nuestro planeta.
“Dentro de los próximos dos a tres meses, se verá con más
claridad si lo que se ha desarrollado recientemente es la señal de una gran
corriente de El Niño; o si se trata efectivamente de El Niño”, dice McPhaden.
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